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La madre de todos los demonios

E

n el lejanísimo 1981, la desopilante ópera prima de Sam Raimi, El despertar del diablo, marcó un hito en lo que a excesos en el cine de horror se refiere. Esa producción forajida de escasos dólares era pobre en efectos, pero rica en imaginación. El género no volvió a ser el mismo.

El propio Raimi se encargó de dirigir dos secuelas más, y en 2013 Posesión infernal, del uruguayo Fede Álvarez, retomaba la anécdota original (más o menos) para hacer un reboot (ya no se dice remake) y convertirla en franquicia. Diez años después aparece Evil Dead: El despertar, segundo largometraje del irlandés Lee Cronin, para resucitar la maldición satánica en un contexto urbano. (Tanto Raimi como el actor fetiche Bruce Campbell fungen de productores ejecutivos como para dar su bendición).

En esta ocasión el Libro de los Muertos –o Naturon Demonto, en supuesto sumerio– no se encuentra en el sótano de una cabaña en el bosque, sino en la bóveda subterránea de un ex banco, que yace en un edificio dilapidado de Los Ángeles donde viven Ellie (Alyssa Sutherland) y sus tres hijos: Bridget (Gabrielle Echols), Danny (Morgan Davies) y Kassie (Nell Fisher), en ese orden de edad. Con la primera acude su hermana menor Beth (Lily Sullivan) porque se encuentra en problemas. Ocurre un fuerte temblor que descubre la existencia de la bóveda. Danny la explora y encuentra el libro maldito junto con unos discos en 78 rpm, guardados secretamente por unos sacerdotes católicos. El adolescente pone los discos, se escucha una oración y la milenaria entidad maligna posee a Ellie, convirtiéndola en un temible monstruo de maldad.

Allí se desata todo el desmadre. Pronto, los tres hijos, Beth y los vecinos de piso son atacados por la furia demoniaca, lo cual da pie a un despliegue total de sangre y violencia, que incluye vómitos como de surtidora de bilis, insectos y otras excrecencias repugnantes. Por supuesto, nadie muere, sino se convierte en otra sucursal del demonio.

(Vale comparar Evil Dead: El despertar con la anémica producción española Venus, de Jaume Balagueró, que, con una trama similar, no consigue llevar su enfrentamiento con las fuerzas malignas a niveles de delirio. De hecho, traiciona toda su premisa mediante un final anticlimático).

En cambio, Cronin lleva sus acciones al colmo de los excesos. Entre penumbras, la sangre parece inundar todo el edificio –incluida una toma homenaje a El resplandor, de Kubrick (1980)–, mientras Beth hace lo imposible para descuartizar a sus antagonistas (no falta la ya imprescindible sierra de motor).

Lo interesante de la película es cómo los menores de edad no están a salvo, como antaño, de los designios del mal. Para mayor perturbación, es su madre, ni más ni menos, quien los ataca y los somete a las peores torturas. Así, se cuestiona la maternidad como símbolo de todo lo sagrado. Ya ni el instinto maternal es presentado como valor inmarcesible. Sálvese quien pueda.

Evil Dead: El despertar

(Evil Dead Rise)

D y G: Lee Cronin/ F. en C: Dave Garbett/ M: Stephen McKeon/Ed: Bryan Shaw/ Con: Alyssa Sutherland, Lily Sullivan, Gabrielle Echols, Morgan Davies, Nell Fisher/ P: Department of Post, Ghost House Pictures, New Line Cinema, Warner Bros., Wild Atlantic Pictures. Estados Unidos-Nueva Zelanda-Irlanda, 2023.

Twitter: @walyder

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