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Los Saicos agarramos para la izquierda, más popular, con más amor; cantábamos en las calles

Los Saicos agarramos para la izquierda, más popular, con más amor; cantábamos en las calles

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▲ Lince, nuestro barrio en Perú, era tranquilo; nosotros éramos el bullicio, cuenta Papi Saico.Foto cortesía de la banda

Hernán Muleiro

Especial para La jornada

Periódico La Jornada
Jueves 28 de septiembre de 2023, p. 9

Dispersos pero omnipresentes, Los Saicos, grupo pionero del garage rock en Perú, es hoy referencia mundial del rock salvaje. En la siguiente entrevista César Castrillón, bajista y cantante de la banda, también conocido como Papi Saico, se teletransporta a la prehistoria del conjunto en Lince, el barrio limeño que lo vio nacer.

Existe una multiplicidad de destinos que podrían haber ocupado Los Saicos, ya sea niños adinerados mimetizados con el rock más conservador o criaturas ligadas a la sicodelia, discípulos en una orquesta bajo la supervisión del maestro de la cumbia Enrique Delgado o estudiosos de la historia gruesa del folclor peruano, podrían haber sentido la llamada de la música prehispánica de su país. ¿Qué otra ocupación había en estos universos alternos para ellos? Unirse a una guerrilla, desarrollar actividades políticas a espaldas de sus familias preocupadas o, por último, haber formado parte de la sociedad convencional, oficinistas que se cruzaran de vereda ante la vista de los melenudos, detractores ajenos a un ritmo llamado enfermedad.

La primera definición de rock que leí fue en una entrevista a Pete Townshend, guitarrista de The Who, y decía: si se atreve a gritar por una injusticia pero no está dispuesto a hacer nada por remediarla, entonces es rocanrol. Los Saicos intuían inequidades, y se pueden escuchar en sus gritos, pero son aullidos adolescentes que no necesitan ser remediados, porque son la medicina misma.

El grito

Woo ¡Saico!, este grito y otros aullidos sumando un total de 12 canciones y dos años de existencia, entre 1964 y 1966, bastaron a los cuatro de Lince para dejar una marca en la historia. Una parte del motivo por el cual se les recuerda, y se les recordará, debe de ser sin duda la confianza adolescente y gamberra en la falta de habilidad técnica.

Nos gusta tirar estaciones de tren, ese verso de Demolición es el regocijo de que el segundo verso sea igual al primero, de saberse más alocados que un mundo de refrescos y funciones de cine en matiné. No hace falta que Los Saicos tengan su lugar en el desprestigiado Salón de la Fama del Rocanrol, y hasta puede suceder que su clase magistral y pendenciera sobreviva a la institución con sede en Cleveland.

Hoy día la relación de sus ex integrantes vivos está desgastada, producto de peleas relacionadas con el pago de regalías, debido al uso de su éxito Demolición en la película animada de DC Studios Blue Beetle.

En la época de oro de las pandillas adolescentes en los barrios, Papi Saico formaba parte de una comitiva ruidosa en la capital peruana. Cuenta: Lince era un barrio de clase media, no había lugar para construir más, estaba entre Miraflores y la playa, lugar tranquilo donde éramos el bullicio, ésa era la forma de los chicos malos. Nos gritábamos porque no había celular. El grito era parte de nuestra cultura, discutíamos todo por no tener líder, ¿qué canciones podían salir de eso? Nos bañábamos en la playa después de medianoche y nadie nos molestaba. Por ese entonces la música no estaba necesariamente entre sus prioridades. “Los chicos que tenían dinero eran los que podían comprar sus instrumentos, tocar covers, nosotros no sabíamos inglés ni estilo y vivíamos igual de bien: corriendo carros, subiendo montañas; hacer cosas peligrosas era nuestro estilo de vida. Los vecinos habrán llamado a la poli alguna vez durante un partido, andarían asustados porque éramos muchos, pero ninguna mamá nos retó”, afirma.

El quiebre estilístico

Los Saicos fueron un punto de ruptura en el rock peruano, una sustanciosa pérdida de la inocencia, que los separó a perpetuidad de los otros grupos. Papi Saico señala: Los Mads estaban a la esquina, los Stables, los Crickets, todos ellos eran mis ídolos, pero agarraron para la derecha y nosotros para la izquierda, más populares, con más amor, cantábamos en las calles mientras las otras bandas estaban metidas en sus círculos acomodados.

Ese cambio oficiado por Los Saicos no respondió sólo a un sonido sucio, también sus letras, inspiradas en la publicidad y el cine de terror, eran muy diferentes a la media. Agrega: eran más que nada chispazos de los comerciales clavados en nuestras mentes; como éramos jóvenes, los memorizábamos. La televisión era para familias un humor estúpido, preferíamos escuchar música, correr tabla, jugar al tenis, pero lo que más me gustaba era la borrachera. Que se vayan al carajo Los Beatles, Los Rolling Stones, todos, nosotros teníamos nuestro estilo, las canciones las comenzamos con tres notas, aprendimos a tocar en un periodo de entre tres y seis meses; la suerte y la ignorancia fueron perfectas.

Gracias al pirata

El descubrimiento de Los Saicos fuera de Perú coincidió con un compilado de simples hecho por el sello español Munster Records. Según Papi, la edición fue hecha sin la autorización del grupo, pero ayudó a difundirlo. Le doy gracias al pirata Iñago que reditó las canciones, él nunca nos lo dijo, nos enteramos en 2000, pero si él nunca nos hubiera robado no nos hubiéramos juntado para hacer una gira, destaca.

Al igual que los compilados Nuggets de música garage, Los Saicos fueron un antecedente claro de lo que llegaría a ser el punk rock, tanto que los cultores y precursores del género lo saludan en cualquier lugar del mundo donde toque. Recuerda: “me llama la atención conocer a cada uno de ellos, aunque no recuerdo sus nombres. No tengo música punk entre mis discos y sólo escucho la que tengo, desde Los Locos del Ritmo hasta ‘O solee mio’ (canta).

Por más que Los Saicos trataran temáticas fuera de lo usual en sus canciones, una muchacha llamada Ana, disputada entre integrantes del grupo, fue la inspiración para una de sus escasas baladas románticas. Papi Saico recordó: Pancho, el baterista, era muy bonito y las chicas querían estar con él, se metía con tres, cuatro, pero con ella salía más. Ana fue especial hasta que lo descubrió y le rompió la batería. Creo que ella estuvo bien en hacerlo; así nació la canción.

El Coronel Parker peruano

Si Elvis Presley tuvo de mánager a un holandés que se hacía pasar por gringo con el apodo de Coronel Parker, los roqueros peruanos de la primera hora sufrieron al Virrey. Dueño de un sello que llevaba su sobrenombre, captó a Los Saicos para sus últimas grabaciones. “Como inexpertos, firmamos con Virrey porque nos pagaban, querían que hiciéramos un elepé, por eso hicimos un simple, porque grabar nos quitaba tiempo para dormir. El Virrey no me interesaba ni conocer a otros viejos, sí a las viejas porque pagaban el trago, tenían 30, no les preguntaba ni el nombre. A los 19 años nos respetaban los de 50, porque teníamos más poder”.

Saicomanía

Parece un lugar común, pero sucedió así: luego de su primera ovación, nada volvió a ser lo mismo para los de Lince. “Cuando éramos cuatro no pensábamos en pasar del barrio, queríamos enamorar a las chicas, no nos interesaba ir a tocar a ningún sitio, hasta que nos invitaron. Nos dejaron una sola canción, había mil personas, pero no importó, terminamos Come On y hubo un silencio, la gente se paró a aplaudir y nos fuimos, no nos creíamos especiales. A la semana todos querían saber de nosotros y los medios nos conocieron, hasta los políticos referenciaron Demolición en esa época. Durante dos años estuvimos juntos las 24 horas e hicimos todo lo que podíamos en Perú”.

Hay décadas entre el final de Los Saicos y su breve reformación, tiempos en que el revisionismo discográfico no funcionaba a tope como en la actualidad. Sus integrantes fueron viajantes, empleados y hombres de familia, el guitarrista Erwin y Papi coincidieron a unas horas de distancia cuando se mudaron a Estados Unidos. Relata: ya no estábamos juntos, pero aún nos veíamos, cantábamos las de José José, que es extraordinario, mantuvo el bolero a otro nivel. Ya no éramos roqueros, éramos padres, nos gustaba el karaoke y el punk no es bueno para eso.

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