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La Jornada: ¿La fiesta en paz?

E

l primero de abril pasado el crítico taurino Antonio Lorca, del diario español El País, lanzó una enésima advertencia acerca del contumaz taurineo que hace tiempo asuela a la fiesta de los toros en España. No lo dijo, pero tan imprevisor esquema empresarial es calcado por el resto de los países taurinos o lo que de ellos va quedando, habida cuenta de que la metrópoli marca los lineamientos que con inexcusable docilidad siguen sus colonias taurinas.

“…Más de lo mismo −advertía Lorca−, combinaciones de hace 10 o 20 años, las ganaderías de siempre… la decisión de la empresa de Las Ventas de subir abusivamente los precios de las entradas sueltas para que solo pueda acudir el público adinerado… esta fiesta se ha tornado muy previsible, los toreros y los toros que se anuncian están muy vistos, han desaparecido las gestas, y todos prefieren su zona de confort… Un sector taurino rancio, inmovilista, egoísta y cobarde… Desde las grandes empresas de Madrid y Sevilla, que debieran ser referentes, rompedoras, líderes de una revolución, y que se limitan a hacer lo de siempre, a sabiendas de que los resultados no serán diferentes. Saben que su gestión no garantiza el futuro.

“…la tauromaquia en pleno se ha mostrado incapaz de adaptarse a la modernidad, que no es otra que acometer una revolución basada en la pureza, la ortodoxia y el respeto a la integridad del toro. ¡El toro! Hoy podría afirmarse que el animal poderoso y fiero que ha debido ser siempre el toro de lidia, no existe. Lo que suele aparecer por chiqueros es un sucedáneo, y, a veces, una caricatura… En la quinta corrida de Fallas −Castella, Manzanares y Talavante en el cartel−, Vicente Sobrino escribía: ‘Llegaron las figuras y llegó el medio toro, tanto de forma como de fondo. Toros diseñados para el toreo moderno, que no molestan, que colaboran sin poner condiciones. Que son, en definitiva, amigos para siempre’.

“…influye también −concluía Antonio Lorca− una clase periodística generalmente paniaguada, al servicio vergonzoso del sistema, que vela más por los intereses de ganaderos, empresarios y toreros que por la grandeza de la fiesta; que sueña con ser taurina antes que defensora de la integridad del espectáculo, y que oculta las miserias del sector como una forma cobarde y errónea de contribuir a su permanencia.” Aléguenle, positivos.

En reciente novillada en la plaza La Florecita, los organizadores solicitaron a la pintora Marusia su apoyo para adornar el ruedo con algunas de sus obras, proporcionando cuatro cuadros que fueron fijados en cada burladero de la plaza. Al finalizar el festejo uno de ellos fue rifado entre el público, y mientras, otra de las obras fue desprendida del burladero y robada. La plaza de toros se niega a apoyar diciendo que ellos sólo rentaron el inmueble, en tanto que los organizadores le reclaman, sin resultados, a la empresa de seguridad que contrataron.

Haiga sido como haiga sido, según afirmó el mandatario taurino de clóset, una obra que ya estaba vendida es llorada por quien la había pagado y por la artista agraviada, que por hacer un bien a la fiesta terminó perjudicada. Cabe señalar que los cuadros estaban clavados a los burladeros y debieron utilizar herramienta para zafarlo, por lo que se sospecha que el guardaplaza algo tiene que ver en el asunto.

La obra robada mide aproximadamente un metro sesenta por uno veinte, así que no es que lo guardaran en un bolsillo y nadie se diera cuenta. Por eso se cree que hay uno o más cómplices. Los encargados de la plaza se niegan a ayudar, argumentando que el inmueble no tiene cámaras de seguridad y no responden las llamadas. ¡Ah que los taurinos!

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