Juan José Olivares
Periódico La Jornada
Domingo 19 de noviembre de 2023, p. 5
Una tormenta se sucedió la tarde de este sábado en el Autódromo Hermanos Rodríguez.
La precipitación con vientos solares incontenibles contenía mucho helio, que descendió como plomo; densidad sonora en forma de rock en formas variadas y un exceso de adrenalina, ocasionada por hordas de jóvenes que se dieron cita en el segundo día del festival Corona Capital.
Una multitud de amantes del indie rock quedó empapada de esa pertinaz lluvia de felicidad.
Miles van y vienen y confirman la teoría de que las artes tienen el potencial para hacer una contribución a la salud, al bienestar y las habilidades para la vida. Y la música tiene el poder de exaltar el espíritu, transformar la experiencia humana y traer alegría, belleza y satisfacción.
Teóricos han sugerido que la participación activa en la música, como la que se da en el Corona, contribuye al desarrollo de la identidad, al proporcionar un medio para autoexpresión y para funciones espirituales, términos, así como oportunidades para crear mundos individuales y virtuales; y eso se percibió desde las primeras horas de este segundo día del fetival, que ofrece una oferta única y oportunidades para interactuar con la música.
Catarsis y emociones
Por lo general, los festivales como éste se llevan a cabo en el transcurso de varios días, durante los cuales los participantes toman, hacen suyo el sitio y, por tanto, se sumergen en un contexto colectivo de catarsis y emociones, sobre todo por la proximidad física al intérprete y la interacción social.
La base de todos los festivales es la celebración pública, y por definición, el espíritu jubiloso, que implica alegría y convivencia. Tal y como ocurrió en el inmueble de la Magdalena Mixhuca.
Parece que el Corona Capital cumple con las expectativas de miles de jóvenes que desde la tarde se arremolinaron en todos los escenarios, donde se da la experiencia auditiva ideal para muchos
, como lo plantea Alexis, chico hipster, quien ha asistido a este festival unas cinco ocasiones y no sólo ha podido disfrutar de los conciertos de bandas que admira, sino la energía de paz, dice él, que se emana de estos masivos, donde también, admite, se han observado resultados negativos con el riesgo del uso del alcohol, aunque en éste nunca ha visto a alguien que se la pase mal por ello.
El asistente, ingeniero de profesión, comparte que aquí ha conocido a hombres y mujeres que ahora son sus amigos, profesionales o estudiantes cuya idea, antes que ser los mejores melómanos, es ser los óptimos cohabitantes efímeros de un encuentro.
En el contexto del Corona, la experiencia compartida de apreciar música en vivo
agrega una dimensión extra que no se puede obtener simplemente escuchando música grabada, o incluso asistiendo al concierto de un solo artista.
Conexión y compromiso
Los participantes comentan a este diario sobre un sentido de conexión y compromiso que acá surge. Por lo que, en vez de ser sólo receptores, los parroquianos del Corona sienten que desempeñan un papel central en la experiencia musical, para muchos memorable.
Este encuentro ofrece oportunidades para que todos los participantes realicen actividades inconscientes de aprendizaje musical informal, lo que los hace fortalecer su identidad, sus gustos.
El Corona no sólo son las buenas bandas que por sus escenarios actúan. Es el ambiente y todo lo que fluye emocionalmente por éste. Es decir, pocos son los que no salen con un impacto positivo porque el elemento social del compromiso musical es tan importante para los asistentes como la integración.
En el evento sobra qué hacer. Decenas de carpas de marcas de todo tipo (hasta de Tinder, aplicación que une parejas), desde bebidas alcohólicas hasta artículos de alta gama, ofrecen actividades interactivas en la que los llamados festivalgoers bailan, concursan, consumen…
Todo se vale en este encuentro uno de los más top
, como se le dice a lo cool hoy día. Acá se respira por todo rincón, por todo escenario, la alegría, el desahogo.
La moda no es ajena por estos lares. Los outfits más actuales y las tendencias contemporáneas se pueden apreciar cuál desfile de diseñador. Ellas, ellos y elles ofrecen una pasarela multicolor y multiesencia.
Majo y Begoña estudian moda y cine en la escuela Centro. Desde hace medio año tenían planeado venir a los tres días que dura este encuentro, porque aunque no conocen a todas las bandas y solistas, aseguran a La Jornada que lo mejor es la gente que viene. Venimos a ver quién lleva las mejores prendas, y por ahí, escucharemos a Blur
, la banda inglesa de los años 90 que cierra los shows del sábado.
Mientras, unos van, otros vienen dejando el aroma, no sólo de buenos perfumes, sino del éxtasis que proporciona la interacción, que culminará alrededor de la una de la madrugada del domingo.