No cabe duda de que, en eso de la mercadotecnia, la industria hollywoodense se las sabe todas. Para promover una película difícil como Oppenheimer se creó un acto llamado Barbenheimer para treparla a la espalda de Barbie, y confiar en la ingenuidad del público. Pensando que quizá se trataba de un nuevo superhéroe, miles de espectadores acudieron a la cita sólo para toparse con una narrativa densa de tres horas sobre, básicamente, conversaciones entre científicos y políticos. Observen cómo la venta de boletos empezará a declinar.