▲ Participante en la fiesta callejera Gigantes da Lira en Río de Janeiro.Foto Ap
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Periódico La Jornada
Miércoles 15 de febrero de 2023, p. 8
Río de Janeiro. A Vera Lúcia da Silva no le cabe más diamantina en el cuerpo: esta empleada doméstica de Río de Janeiro está lista para dar rienda suelta a su alegría con el pleno regreso del carnaval callejero, tras la pandemia y un periodo sombrío para la cultura con el ex presidente Jair Bolsonaro.
Para los cariocas, el carnaval es todo lo que está bien, el pueblo mezclado en la calle, todos felices
, dice Da Silva, en el desfile del tradicional bloco Céu na Terra, una de las 400 comparsas autorizadas a desfilar.
El popular carnaval de Río, que ocurre simultáneamente en las calles y el Sambódromo, fue cancelado en 2021 por la pandemia. En 2022 la alcaldía autorizó los desfiles de las escuelas de samba, pero la fiesta callejera regada con cerveza, música y maquillaje debió esperar.
Además de ser el primer carnaval sin restricciones, muchos brasileños celebran el fin de la presidencia de Bolsonaro, que promovió recortes presupuestarios en la cultura, y fue derrotado por un estrecho margen por Luiz Inácio Lula da Silva en las elecciones de octubre.
Es un renacimiento
después de un periodo oscuro
, señala Péricles Monteiro, uno de los fundadores de Céu na Terra, que el sábado retomó sus cortejos bajo el tema Están volviendo las flores.
Nos sentíamos sofocados como grupo cultural, como ciudadanos políticos, por la inseguridad de la crisis sanitaria y las muertes de la pandemia
, agrega Monteiro.
La primavera se expresa en sus trajes rebosantes de flores y en la alegría del público que los sigue cantando en cortejo por las calles estrechas del barrio Santa Teresa.
Como es costumbre, sus disfraces derrochan creatividad y, algunos, sátira política.
Los profesores Amelia Crespo, y Caique Torres vistieron una camisa amarilla de la selección de futbol aludiendo a los seguidores de Bolsonaro autodenominados patriotas
, que tras su derrota se instalaron frente a los cuarteles pidiendo una intervención militar.
Fiesta y política
Brasil vivió un periodo en que el poder político era contrario al carnaval
, explica Adair Rocha, director del departamento de Cultura de la Universidad de Río de Janeiro.
Por eso, este año los desfiles ocurren en un clima de alegría, de vuelta a la democracia
, sostiene.
El carnaval en sí es una expresión de democracia, de celebración de la vida. Por eso, en él no cabe ninguna expresión de autoritarismo
, agrega.
Durante la campaña electoral, Lula se reunió con representantes de las escuelas de samba, y según los medios, podría acudir este año al Sambódromo, algo que oficialmente todavía no se confirmó.
Su esposa, Rosangela Janja da Silva, será madrina de la vieja guardia de la escuela Imperatriz Leopoldinense y dijo que apoyará la reactivación de sus proyectos sociales en las favelas de Río.
En los galpones de la Ciudad de la Samba se respira una dosis extra de optimismo.
Sentimos que la cultura vuelve a ser valorizada. Será el carnaval de la redención, de la esperanza en un futuro mejor
, mencionó Tarcisio Zanon, director creativo de la escuela Viradouro.
Cinco millones de personas
La alcaldía espera este año 5 millones de personas para el carnaval callejero, y un movimiento estimado de 190 millones de dólares en la economía local.
El entusiasmo es palpable en el barrio de comercio popular Saara, en el centro de Río, meca de las lentejuelas, pelucas, faldas de satén y sombreros de todo tipo.
La gente está con las ganas de festejar, atragantadas después de dos años. Lo que más buscan es ropa leve para el calor de Río de Janeiro
, dice Marcelo Rodrigues.
Rodrigo Carvalho fue en busca de brillos, abanicos y una visera
para resguardarse del sol.
Con protesta política o por pura diversión, El carnaval de calle es el alma brasileña
, sostiene Caique Torres.
La vida es dura y la fiesta es la posibilidad del encuentro. Cada pueblo tiene su fiesta por excelencia y la nuestra es el carnaval.