En este país, apenas siempre ha habido una amplia gama de excelentes cantantes; y las mujeres, ni hablar, siempre han estado a la cabeza. Los ejemplos sobran. Ellas saben cantar. Pero hay quienes además de voz y estilo, traen consigo una llama muy especial, una suerte de efluvio que permanece en el escenario aun después del concierto. Y uno lo agradece. Y uno siempre regresa al encuentro con esa pasión.