A
unque desde hace años las big bands se insertan prácticamente en todos los esteros del jazz, la sola mención del término – big band– nos remite en automático a la época dorada del swing y las grandes bandas (en varias partes grandes bandas
es más un género que una dotación), a los salones de baile, a ese jazz tradicional que parecía haberse diluido en los años 50, pero que regresó por sus fueros y sus marcados compases en la década de 1970.
Es ésta la vena esencial de la big band de Carlos Tercero, 16 músicos en escena (tres trompetas, tres trombones, cinco saxos, piano, contrabajo, batería y, eventualmente, una voz), que el 9 de diciembre presentarán un nuevo disco, Navidad en jazz, en El Telón de Asfalto, localizado en Perpetua número 4, San José Insurgentes, Ciudad de México. El swing empezará a las 20 horas.
En la actualidad, en México podemos contar alrededor de 20 o 25 big bands en este tenor del swing tradicional, y una de las más sólidas es, sin duda alguna, la del pianista Carlos Tercero: una orquesta con alrededor de 26 años girando en la escena nacional, con un estilo convencional de impecable factura y, contrastando con la mayoría de las bandas nacionales, con una buena dotación de solistas en cada una de sus cuatro secciones.
Entre ellos, destacan los trompetistas Moisés Ortega y Javier Xolalpa, el trombonista David Flores, los saxos de Alfonso Martínez y Delfino Tlaxcaltécatl y el piano del maestro Tercero. Juntos, lograron armar un disco de elegantes y seductores sonidos, con una producción altamente profesional.
Este disco le ha gustado abiertamente a los chavales con los que he compartido su música, echando abajo la idea de que era exclusiva para gente de la tercera y la séptima edad.
En 2004, Carlos Tercero presentó un disco con esta big band, Noche de blanco y negro, pero entonces los temas eran grandes clásicos del jazz tradicional: All of Me, As time Goes By, Body and Soul, etcétera. Ahora, los temas recurrentes son: Sleigh Ride, Rudolph the Red Nose Reindeer, White Christmas y rolas por el estilo.
Platicamos brevemente con el maestro.
–No son pocos los discos de jazz que han abordado el tema navideño y los villancicos –en México y en el extranjero–. ¿Qué podemos encontrar de particular en esta producción?
–Pienso que lo más particular son los arreglos, porque son originales, sin fusiles ni copias ni arreglos comprados; todos los escribí yo. Eso y el formato de la big band: tres trompetas, tres trombones, cinco saxofones, piano, bajo, batería y la voz de mi hija, Ana Carlota Tercero, cantando unos cuantos temas.
–Mantener activa una big band resulta muy difícil, sobre todo en la cuestión económica. ¿Se presentan con cierta regularidad?
–Pues lo más que se puede, claro. Uno qué más quisiera ¿verdad? El año pasado estuvimos en Canal Once, un domingo cada mes, a las 11 horas, tocando para que bailara el público que iba al estudio.
–¿Algo de swing y foxtrot?
–Exactamente. En la orquesta cultivamos mucho ese género de la música estadunidense de mediados del siglo XX, el estilo de las grandes bandas.
–¿Cómo se le ocurre este disco? ¿Cómo se da?
–Bueno, es una idea muy antigua que yo tenía, y pasaban los años y pasaban los años y no la clarificaba; quería tener dentro mi discografía una producción dedicada al tema navideño, pero con un tratamiento original, jazzístico, con la presentación de algunos solos, con la participación de mi hija. Y a principios de este año se fueron dando las circunstancias para empezar a grabar el álbum.
–¿Quién lo apoyó?
–Todo un grupo de personas, sobre todo la doctora Leticia Zubeldía, que siempre ha apoyado este tipo de expresiones artísticas; Marco Polo Garibay, como productor, y Estudios Noviembre también, en los que grabamos la producción.
–Ha andado también muy activo con un dueto.
–Sí, con Martín Arista en el contrabajo. Tocamos los sábados en La Trattoria, allá en Lomas Hipódromo.
Salud
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