“Nada de regular, de controlar, nada; ¡libertad!”, se escuchó recientemente, pero ya van varias corridas de toros canceladas, antes en Teziutlán y ahora en Puebla, después de que una empresa adquirió toros, contrató toreros, armó carteles e hizo la publicidad correspondiente. A ello se suman intentos de prohibición de tradicionales ferias taurinas y la torpe suspensión por tiempo indefinido de corridas en la monumental Plaza de toros México, por desconocidas y sospechosas agrupaciones, tanto como sus protectores y los jueces que las alcahuetean: una se nombra Justicia Justa y otra –de no creerse– Patitas Blancas, “fundación para perros y animales de calle maltratados”, si bien la ridiculez de sus nombres no les impide querer abolir, por lo del maltrato animal, tradiciones centenarias entre la población mexicana. ¡Aguas con estados de derecho seudohumanistas que intentan despojar a los pueblos de sus expresiones identitarias mientras se pretenden antiyanquis!