Apasionado de los cómics y el cine, admiraba la maestría en el trazo de figuras emblemáticas como Jack Kirby. Le gustaba el suspenso, el misterio y creció durante el endurecimiento de la guerra fría en los años 60 y 70, en los que abundaban detectives, espionaje, novela y cine negro, evocando el estilo vanguardista de Raymond Chandler o Dashiel Hammet. Dibujó desde muy pequeño y llegaría a aportar desde el guion o la ilustración para varios títulos emblemáticos, como Batman y Hombre-Araña, pero encontraría su lugar al formar una biblioteca aparte: la propia. Con la naturalidad oscura de un detective desgarbado, semiescudado con algún sombrero o el arco de sus manos largas, hoy todos reconocen el arte del mítico Frank Miller.