▲ El programa reunió a Margarita, La diosa de la cumbia, Kumbia Kings y a Los Askis.Foto Pablo Ramos
Ángel Vargas
Periódico La Jornada
Domingo 2 de abril de 2023, p. 6
La plancha del Zócalo se transformó este sábado, de nueva cuenta, en una inconmensurable pista de baile. La más grande del mundo
, se ufanaron las autoridades capitalinas, con sus 22 mil metros cuadrados. Ahora, la gran pachanga la protagonizó la música bailable por excelencia en México: su majestad la cumbia.
El programa reunió a las agrupaciones más emblemáticas y con gran trayectoria dentro del género: la colombiana nacionalizada mexicana Margarita, La Diosa de la Cumbia, quien deleitó con sus clásicos Qué bello y La cadenita; los mexico-estadunidenses Kumbia Kings, con su tecno cumbia y cumbia pop, que les han valido un Grammy Latino; así como Los Askis y su guapachosa cumbia andina mexicana, quienes abrieron el programa.
Una multitud variopinta en edades y clases sociales respondió a la convocatoria hecha por la Secretaría de Cultura capitalina para gozar el llamado Gran cumbión en el Zócalo.
Entre alaridos y gritos femeninos que corearon el nombre del conjunto abridor, Askis, que en otomí quiere decir amigo, el entusiasmo se repitió en cada rincón de la Plaza de la Constitución.
Te regalo mi corazón fue el comienzo de una cascada de 11 temas en los que los instrumentos, ritmos y sonidos provenientes de la parte sur del continente adquirie-ron carta de naturalización propia y un nuevo rostro mexicano, más guapachoso y pegador.
El caudal sonoro se enriqueció a lo largo de una hora con canciones de gran arraigo entre la concurrencia como Maldito vicio, Vienes y te vas, La niña enamorada, Cumbia Azteca y, para cerrar este tramo de la pachanga, Amor de tres.
El baile para ese momento ya estaba en pleno apogeo. Solos, en pareja o en grupo, de forma tímida o descarada, resultó imposible no sacudir el esqueleto y lustrar con los mejores pasos del repertorio la inmensa plancha de concreto.
A la mitad de su presentación, Los Askis cambiaron drásticamente de estilo, para celebrar y festejar al estilo chilango
, según dijo el vocalista; y se soltó con dos temas que nada tienen que ver con su estilo. Primero, una canción de ska: La ca-rencia, original de Panteón Rococó.
Aullidos, manos arriba, miles brincando como chapulines, cantaron a pulmón abierto la parte que dice: en un mundo globalizado, la gente pobre no tiene lugar
.
El otro obsequio musical fue una ranchera, de esas que calan hondo y hasta duelen: Acá entre nos, una creación de Martín Urieta que hizo retumbar a un espontáneo coro de decenas de miles de voces: que ya no puedo soportar / que estoy odiando sin odiar / porque respiro por la herida
.
Los Askis estuvieron acompañados todo el tiempo por cuatro concheros coronados por vistosos penachos de coloridas plumas que, incansables, no dejaron de bailar sobre el escenario. Se les sumó el famoso Medio metro, Jonathan Uriel, cuya presencia y manera de bailar fueron vitoreadas e imitadas de principio a fin: ¡taca, taca, taca, taca!
.
Para los amantes de las estadísticas, se sumará la asistencia de este sábado cumbianchero, con el Zócalo repleto, a los datos de hace apenas unos días, cuando el 25 de marzo acudieron con los sonideros y sonideras más de 100 mil entusiastas (una cifra que ayer se igualó, señalaron los organizadores).
Los únicos, los auténticos, los originales Kumbia Kings
, como se presentaron fueron recibidos con ensordecedores gritos y aplausos. ¡Qué pinche escándalo!
, celebró el vocalista.
Momentos inolvidables, como para Anselmo, de 51 años, quien viajó desde Puebla: No quería perderme esta ocasión, son artistas que a lo mejor nunca podré volver a ver en mi vida. Estoy a toda madre, muy contento
.
El clímax llegó con el homenaje que rindieron en la parte final a Selena, la reina del Tex-mex, de quien este 31 de marzo se cumplieron 28 años de su muerte; y ya con un auditorio bien calientito, bien puesto y dispuesto para recibir a la mismísima Margarita, La Diosa de la Cumbia, el baile y el mitote fueron aún para largo.